domingo, febrero 24, 2013

Un Reino bajo la Luna


Los años pasan y la nostalgia ataca… más que por la desesperación de la ancianidad y la parca de descanso eterno, por la fragilidad del alma humana. De cómo en la nube eléctrica de conciencia se difunde en un espacio difusa y oscilante, todo un anticiclón de Júpiter replicado en la personalidad, en la visión de mundo. Enriqueciéndose con nuevas visiones y optando por nuevas, sin un orden jerárquico más que la libertad misma y la evidencia de algunos de los aspectos de la realidad en momentos inesperados e incontrolables. La nostalgia de mirar un pasado con divertida tristeza, pero a su vez de rescatar esas visiones de mundo y liberarlas en el momento inmediato. Convivir con ellas hasta el final, con ellas, contigo, con todos, en un espacio bajo la luna explanado en dimensiones libres absolutas.

Un reino bajo la luna (Moonrise Kingdom, 2012) es una cinta que trata sobre la libertad pasada u observada y que se quiere traer devuelta al contaminado mundo/sistema autoritario. La luna esta bajo una isla en Nueva Inglaterra con personajes que se mueven como en una casa de muñecas, en una normalidad corrompida por dos seres; Un chico (Sam) escoutista y una chica (Suzy) de familia acomodada que participa del coro de la iglesia. Ambos emprenden un viaje secreto fuera del centro neurálgico de la isla, los chicos inadaptados que buscan un momento de libertad y reencuentro con su condición de ser vivo, empobrecida en su sociedad local por la alienación de la costumbre desprevenida.


Una pequeña descripción de la isla.


Es este viaje el clímax de una vida de acumulación de disposiciones, encerrada como una pajarilla. El viaje, aquella actitud nómade, la nulidad del lugar concreto y por sobre todo, el real compartir; El compartir con otros humanos, con otras vidas, con la naturaleza. El compartir en nuevos contextos, considerando a los seres vivos como entes incompletos sin el ambiente. Como también los desafíos del viaje, centrados únicamente en la relación de los que ejercen la acción, donde es fundamental el apoyo mutuo de los chicos (las discusiones y llamados de atención, la complejidad de las formas de operar distintas, en fin, todas solucionables mediante la mera comunicación) y en donde juega un rol fundamental la voluntad, escondida en todos en un recóndito lugar del alma. Aquel viaje donde los problemas terminan siendo un compartir más, una aventura, una ruptura de la vida normativa, desapareciendo la autoridad/compromisos externos, quedando solo lo de los mismos viajeros.

 
¿Y cual es el lugar de viaje de estos pequeños (de cuerpo) seres de la vida?, nada más que una playa de la isla en donde habitaron pueblos originarios de la localidad…De manera que existe un alejamiento de la realidad normativa en curso (y con jerarquías y autoridades definidas; La iglesia (en la que participa la chica y en la que se trae obligados a todos), los scout (con sus costumbres que se repiten una y otra vez, totalmente viciadas y en la que el jefe del grupo evidencia tal vez demasiado tarde..), la familia (eliminación en el caso del chico, que vive en una libertad mayor que ella sumergida en una tradicional familia occidental), en la dinámica de amigos predeterminada (en donde no existe el aceptamiento de amistados que rompen con el canon común de “persona”, que realizan actividades predefinidas y no se emancipan a nuevas ni a indagar en la realidad y con esto cuestionársela)). Y con este alejamiento, un acercamiento a la memoria local social; No solo se vive del presente a lo largo de la cinta, sino que también de la historicidad local, con esta se construye también el presente, se toma como un elemento enriquecedor del mismo. Como también se rescatan las formas de vidas anteriores, las disposiciones mucho más libres, mucho más cercanas con la naturaleza, el compartir y el amor.

Ese habito de Sam de la cartografia, totalmente indagatorio de la realidad, esa forma de ver el mundo intrínseca humana y que se pierde y consume y elimina por la educación normativa, suplantándose por un compartir sin alma y un desinterés por aquello que nos completa que es el ambiente. Y por el otro lado están los binoculares de Suzy para ver a las personas más cerca..¿por inseguridad y esa constante preocupación de conocerlas lo más posible de forma inmediata (urgencia del conocer)? ¿O bien la curiosidad ante las personas (como se comportan, espectador de la sociedad y sus chistosas conductas)?

En esta última a la fecha película de Wes Anderson, manteniendo su tradicional estética, se establece con mucha claridad un discurso de libertad, frente a personajes con vidas frustradas y infelices, como la del policía personificada por el tradicional héroe Bruce Willis, la del jefe de scout por Norton y la de una familia al punto de ser disfuncional.  Cada personaje podría ser ejecutor de un instrumento musical, como se menciona tanto al inicio como al término de la cinta. Que suenan por si solos, pero que tienen la posibilidad de juntarse y sonar de forma coral. Es algo evidente, algo que hace referencia a un momento cotidiano de la vida en curso, de esa cotidianeidad que parece obvia pero que se ha ido perdiendo con el tiempo. De la libertad, de la individualidad pero a su vez de la posibilidad totalmente viable y constante de formar una colectividad y vivir en esta coexistencia. Es aquí destacable aquella escena del casamiento entre los chicos, un casamiento que para la normativa seria totalmente invalido, pero que importa la normativa si lo que importa es la evidencia personal,  con un significado absoluto para ellos, que es finalmente lo único importante.


También se hace presente un discurso sobre la normalidad. De cómo Sam quiere en un momento ser llevado a un centro de niños para ser “normalizado”, para eliminar esa enfermedad maldita de la anormalidad.  El desenlace de la cinta se centra en el abandono de esta opción, la vuelta al origen físico de los chicos y su integración a la comunidad y no exclusión por su condición. En este proceso, se ven evidentes luces de cambios, una luminosidad de que se contagia y que esta sobrecargada de comunicación, del compartir, del amor y finalmente de cómo tras cada caída hay una enseñanza en evidencia para cada uno….



"Esa disposición del actuar de solamente existir, esta presente en esta pequeña obra sobre tres seres que deambulan por un espacio fantasmagórico, repleto de luces artificiales que iluminan áreas discretas con tonos rojos verdes y fucsia fluorescente, en carreteras y recovecos infinitos, por la urbe misma. Y es en ese ambiente del que se alimenta una historia de nostalgia, de nulo control sobre el tiempo y como este se burla de nosotros, nos supera, y nos pone en aquella condición de nostalgia eterna, de acto ridículo de actuar para intentar revivir lo muerto, o bien para hacer de acto agónico. Pero una agonía con felicidad, un acto al amor y a la libertad, de esa libertad referida al solo existir y nada mas que existir y que al hacerlo sin estar consiente de aquello se esta contradiciendo a todo un sistema de dominación y autoridad, contraparte de dicha libertad"