domingo, enero 03, 2010





·Spoorloos·

de George Sluizer









El egocentrismo y la prepotencia humana nacen de un convencimiento tal de la realidad, del establecimiento de la palabra “tácito”, de la cuantificación de propiedades de la naturaleza, como el
tiempo. El tiempo definido de manera preponderante fue un error, junto con muchos otros, de la construcción cultural/sicológica de los sistemas neurales habitantes hasta el día de hoy.

Los espacios temporales indefinidos, no cuantificados y con pocas alteraciones, han sido estudiados por el cinematógrafo, en esa búsqueda incesante de la expresión del tiempo de manera indirecta. Una imagen-cristal como explica
Deleuze, la que se contrapone a la imagen-movimiento basándose en el abandono de la mecánica cinética, expresando el intercambio constante entre lo virtual y lo real. Directores como Tarkovski, Rocha, Herzog, Godard, entre otros, desde antes de los años 50´ han experimentado y logrado distintos resultados, en el trabajo con los espacios temporales en el cine.

Así, en Tarkovski es posible dilucidar la coexistencia del pasado y el presente en la imagen, dos trazos sobre la misma bisectriz, dando como resultado una red de relaciones temporales y emocionales que terminan dando una apertura y proyección hacia un tiempo infinito. En Lynch, lo ominoso aparece imperante, al aparecer fuerzas desconocidas que rompen la línea recta finita de lo real. Lo que lleva hacia impensables formas e imágenes de realidad, tenebrosas por el solo hecho de pertenecer a dicho umbral. O bien, el limite de la utilización de los “tiempos muertos” en Antonioni, representando las dificultades de comunicación entre los personajes de la cinta y la búsqueda del devenir entre ellos, en un mundo eclipsado por la tecnología y la industrialización (1).



("El Espejo", Andréi Tarkovsky)

De esta manera “Spoorloos” (George Sluizer, 1988), película holandesa/francesa basada en la novela “Het Gouden Ei” (“El Huevo de Oro” de Tim Krabbé, 1984) es una heredera de las experimentaciones anteriores de la imagen-tiempo en el cine. Y es mucho mas; Spoorloos representa un ánimo, un realizar en cualquier espacio del tiempo, una acción sin orden jerárquico, inexistente en cualquier espacio euclidiano. Spoorloos es una expresión de atemporalidad en el cine, la que produce finalmente la angustia de la extrañeza. De la ambigüedad de lo real.



Su historia radica en el viaje de Rex y Saskia, hacia el sur de Francia a algún confortable lugar con vista al mar Mediterráneo. Distintas situaciones de discordia pero luego de fraternidad y cariño en la pareja, se van dando sobre el sombrío cemento de la carretera, o bajo el divergente paso de nivel subterráneo. Es aquí donde el vehículo de Rex queda sin combustible y tras una breve discusión en una noche de soledad y lobreguez, el va a buscar gasolina, dejando a Saskia en el coche…


…“La angustia que había pasado en aquel rincón oscuro casi la había vuelto loca de miedo; se había sentido tan sola como en su pesadilla del Huevo de Oro. De niña, había soñado una vez que estaba encerrada dentro de un Huevo de Oro que volaba por el universo. Todo estaba oscuro. No había ni una estrella. Y ella tenía que permanecer allí para siempre, sin poder morir. Sólo tenía una esperanza. Por el espacio volaba otro Huevo de Oro igual que el suyo; si los dos chocaban, se destruirían, y entonces todo se acabaría. ¡Pero el universo era tan inmenso!”(2)

…La gasolina llego, el viaje siguió y los sueños quedan inmersos en posibilidades obsoletas. Es en una estación de servicio donde la empatía vuelve a reconciliar y curar las mínimas cicatrices, entre Rex y Saskia. Sin embargo, cuando ella va a buscar un refresco, la vaguedad de la sombras se manifiesta en el azar de las probabilidades.

Rex, en vana espera, ve en sus ojos concientes la desaparición de su pareja.


Son 4 los años tras la desaparición de Saskia, cuando Rex retoma la búsqueda de ella. Raymond Lemorne, el supuesto raptor de Saskia, no cede en aceptar su culpa, la culpa de una “cosa”, que no es menos humano que cualquiera. Un profesor de Química y miembro de una ejemplar y feliz familia, perteneciente y sumergido en la igualdad terrenal repleta de polvo griseaso y kippel abundante.

Los codo a codo entre Rex y Raymond, deambulan por desamparados pasajes de tristeza, desolación y de nulidad de las acciones, hacia un desenlace autómata, asfixiado y eclipsado por la tragedia. Dando a luz a un enigma, dado por la impotencia de no saber quien es realmente una persona. Esa extrañeza, transformada luego en dolor y finalmente en desesperación.

(**)

una chica en la cuncuna de la 506 tipin 8 PM no llena pero sin espacios necesarios para dar el animo de desplazarse por la micro sosteniéndose de la barras laterales arriba del timbre y cerca de las ventanas mirando a una mujer que miraba de frente al espejo mirándole la boca mascando chicle como si estuviera mascando un condón y inflando y desinflándolo con todas sus membranas epiteliales contrayéndose y relajándose contrayéndose y relajándose como si estuviera masturbándose masturbándome en ese preciso instante mientras las manillas para sujetarse de las barras laterales pegan en la cabeza cada vez que la micro frena es toda la micro en otros espacios o otros en ese espacio en una micro situación inventada en ese mismo instante una acción que no sobrevive en el tiempo…


La gente es rara, las personas son raras. Y es que tras estas miradas y situaciones inverosímiles que se establecen en distintos lares, están los ánimos invisibles sin coladores de superficialidad heterogénea. Cuando estas situaciones se elevan a niveles astronómicos, y si aun más, adquieren un sentido y tienen un raciocinio detrás de ellas, pueden llegar a ser fatales. Raymond Lemorne niega la horrible igualdad. El, invisible para todos, lleva a cabo la banalidad misma del mal, basada en el instinto puro, en el interno humano sin ningún filtro.



Como una mujer, muy voluptuosa y sin manos ni piernas, que la encuentro mientras nado en las verdes aguas de un soleado día, en edificaciones de un pueblo romano de un tiempo milenario. La agarro y la llevo a un pequeño acúmulo de tierra arenosa, y al intentar penetrarla, me doy cuenta que tiene una cinta de algas negras y polvo y arañas negras. Con lo que poco a poco caigo en el susto, bajo ese cielo de tono lila, en la contemplación de una monstruosidad mutua, en la verdadera naturaleza. Que no es la naturaleza del ambiente. Sino que la mismísima naturaleza humana.

(**)

Son tales las simples y robotizadas fisionomías humanas pero impresionantes las redes nerviosas y complejos sistemas mentales internos, que resultan ser una materia fluorescente fuera de los espectros contemplativos reales. Es la superficialidad, el grueso cascaron que protege esta materia, una delgada línea entre lo natural y lo artificial. Mezclándose, y haciendo dicha naturaleza humana un misterio.

Aquellas hibridaciones, son las que provocan la imposibilidad de saber los intereses reales de las personas. Las motivaciones para hacer tal acción, dando falsas apariencias, falsos objetivos de vida y falsas preposiciones. Raymond, Rex y tal vez incluso Saskia, están introducidos en un dilema rotativo, en un eterno retorno de la falsedad y engrosamiento de estas paredes, de un huevo de oro, que terminara aislando a la vida. Consumiéndola y tal vez, siendo devorada por un instinto, por una naturaleza in-situ, sin cascarones, tejidos ni membranas.



A través de continuos flashbacks en el hilo temporal narrativo de la película, sin ningún orden aparente más que el incierto, se establece una ambigüedad en la sucesión de hechos de la cinta. Lo que en unido con el realismo intrínsico de la misma, da a saber un conjunto de sensaciones vinculadas con la fragilidad espacio-tiempo, la crudeza de lo tangible y el miedo hacia la no normalidad, mostrada en el enigma de los hechos de Spoorloos. En colaboración a aquello, la utilización de campos en profundidad o bien la filmación de ambientes exteriores y físicos propiamente tales, permiten la ruptura de lo narrativo y la filmación de imágenes subjetivas.

La falta de comunicación y la poca información, provocan el desconocimiento de lo que esta sucediendo realmente con los personajes. Es aquella, una ventana que se abre y una vez cerrada es algo censurable y detestable por el resto del tiempo. Y entonces, a lo normal. El mercerismo barato o bien los shows televisivos. La lucha por el valor verdadero, en una disputa de intereses sin fin, en la época de la superficialidad, de los huevos de oro y de las almas sin rumbo.


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