jueves, enero 29, 2009



Sra. Eunice Kathleen Waymon
Alta Sacerdotisa de Alma
Ascensión de lo no terrenal a lo infinito, desde algún sepulcro de Carry-le-Rouet, Francia

Jueves, 29 de Enero de 2009

Estimada señora Waymon:


Saludando y deseando a usted todos los felices años nuevos y navidades pasadas, todos los felices cumpleaños y mi mas sentido pésame por los posibles malos momentos que pudo haber pasado, le envió este presente, con el propósito de hacerle llegar de alguna manera una urgente y trascendental petición de mi persona.

Antes de todo, usted se preguntara quien soy yo. Pues, soy alguien que vive para esta petición. Que vive escribiendo esto, que vive para una fotografía, que vive para los demás, por los demás, por una personalidad fragmentada en trozos formados por cada aureola existente en el todo y en la nada. Cada dipolo formado por su alma eléctrica en alguna parte de este universo tiene que oír de alguna manera mi petición, y eso, es algo que tiene que pasar. Y ahora, no me queda más que contarle mi historia...y por favor, léala con atención. Porque esta, puede ser nuestra última oportunidad....

Cuando se esta rebalsado de sentimientos y emociones que salen por la piel como un cuerpo humano reventado en formalina, es obvio que se crean lazos sentimentales con otras cosas o personas, que son indestructibles, trascendentales, importantísimos y que si alguna vez se rompen, estos dejan un hueco en la película antes formada por los sentimientos, el cual debe ser rellenado antes que la persona enloquezca. Y la búsqueda de aquello a veces se encuentra en el mero instinto, en el mero caminar. Es que en la cotidianeidad, en lo monótono y repetitivo, existe cierto encanto. En el letargo mental y la pornográfica mezcla del calor con el alquitrán, existe una droga creada de la nada de la cual uno se puede hacer un serio, pero talvez no peligroso adicto. E ahí en donde se realizan los mayores descubrimientos de la existencia o no existencia y el riquísimo antes nombrado “relleno sentimental”. Y es allí, en medio de una gran concentración de urbe edificios humos aires de todo tipo y una combinación de colores y delineaciones que no se hacían entrecerrando los ojos, vi a un perro.


Tras llegar a mi hogar, eso fue suficiente para descargar por Internet una de sus obras. De las mas bellas que escuchado en mi vida. Esta se llama “Pastel Blues”. Y con una mascara de cerdo llego este pastelazo frió, deprimente y burlesco para los demás para que con su crema rellene los huecos meta existenciales que en ese entonces o antes o ahora están. Y aunque, en ese momento, todo pareciera ir por buen camino, déjeme decirle que no todo camino se hace al andar.

El enamoramiento, el relleno sentimental, lo pude lograr solo con la carga emocional que enrolla su pastel de blues. Toda su obra no forma parte de una misma unidad, toda la obra es fragmentada, rota, llena de matices totalmente distintos uno del otro. Ya el hecho de comenzar todo con esa cancioncita, “Be My Husband”, transforma dicho tema en una droga y nada mas que eso. Esos juegos vocales orgásmicos, esa primitiva base rítmica de aplausos que se si repitieran muchas veces y yo estuviera con usted en una obra de teatro yo me enojaría demasiado, es mejor aplaudir los mil minutos al final de la obra que aplaudir cada nanosegundo en la misma. Intentando no desviarse del tema, le sigo contando mi historia y más bien, como me fue con el disco…

“Nobody Knows You When You're Down And Out” no hace mas que recalcar la enajenación presente en mi persona, pero la manera en que lo cuenta, ese ritmo blusero lleno de matices graciosos e irónicos, no hacen mas que transformar a su canción, en una gran parodia, para reírse de la soledad, del rechazo del mundo. “End Of The Line” es en un comienzo una tragedia, pero que luego se transforma en conformidad, en lo que se “debe” hacer, dando finalmente la desorbitante sensación de que dentro de la normalidad hay una felicidad……secreta.


Lo que sigue, llego a mis sienes como una duología del blues; Trouble In Mind” y "Tell Me More And More And Then Some", son la esencia misma del rock, la representación de la rebeldía pura, sin mascaras ni trajes anticuados, lo que usted alguna vez llamo, “música clásica negra”. Estas canciones son una emoción de disconformidad e incomprensión constante y eterna, figurando felicidad, teniendo un cuerpo vació, en angustia infinita, lo que finalmente concluye en el definitivo mandato de mandar todo el mundo a la mismísima mierda. Y como lo se, con un respeto sacro le digo que es una persona que vive de los contrastes, "Chilly Winds Don´t Blow" lo confirma, con ese nihilismo estrafalario anticuado, con ese blues ruidoso, egocéntrico, cargante, que desequilibra la puta simetría de las que se acostumbra la gente con las venas oxidadas. Pero entonces, paso…

Ya en ese momento, el quiebre en el disco hacia la angustia y el arrepentimiento gracias a “Ain't No Use” era la predicción para lo que venia. Fue realmente extraño, como si todas las sombras del mundo dieran el si a la dominación del mundo, como en una pesadilla o en un desmayo, se ve una escena familiar de la vida y se la ve girar a una velocidad infernal, “infierno”, no poder correr, ni siquiera intentar caminar normal en una oscura calle sin salida. Es que el silencio hipnótico con los juegos vudú de sus manos en el piano de “Strange Fruit” ya eran suficientes para mí, para cubrir los orificios creados por la oscuridad. Pero la sobrecarga de sentimientos, no me tenía en ese entonces tranquilo. El grito rimbombante e infinito de cómo el mundo se pudre bajo el sol, llega hasta mis mil sentidos, hasta el cuarzo del alma hasta la deformación de los recuerdos que se hayan sellados por carne acuosa de alguna parte del cerebro que no podían ser liberados pero para ese entonces ya nada importaba porque ya todo estaba perdido; Para ese entonces, pensé en el momento en el que le están a punto de matar, apuntándole en la cabeza; Mil recuerdos en unos cuantos segundos, que la colapsan y la dejan taladrada en el suelo, sin tarugos, rasmillada y llena de sangre por el roce con la arcilla, con el cemento, con los metales corroídos, plomos y horribles.

Pero no se preocupe. Luego de recaer constantemente en distintos tipos de trances, encontré un recuerdo claro que me guió hasta la razón de la vida, la respuesta. Los hielos conocidos del sabor a saliva en la nariz y las fantasmales y difusos hechos de la vida que parecen nada más que mitologías varias, comprueban que todo fue un sentimiento más, un pequeño alejamiento de la corrupta y sólida línea de la vida. Luego, “Sinnerman”, no fue mas que una danza a lo cuerdo, a la conciencia y a la alegría. A Dios.

Finalmente, todo concluyo en un encierro. Si, no se donde estoy atrapado, pero se que si logro salir, todo lo supuestamente normal en la vida de las personas normales volvería a mi. No es que quiera hacerla responsable de sus obras artísticas y las consecuencias que puedan traer en las personas, ni tampoco quiero que me ayude a salir de aquí. Solo quiero pedirle un consejo, algo al azar, alguna pizca de aura proveniente de usted, de una persona que quiero mucho, que admiro a partir de los mismísimos dictados de la vida, el arte, el “atma”, lo que permite hacer girar al universo. Solo hace falta aquello para que solo por mi cuenta pueda salir de aquí.

En alguna parte de lo terrenal o no terrenal, le realizo esta petición y me despido de usted. Le deseo un buen camino en sus andanzas y esperanza. Sin mas demoras, muchas gracias por su lectura y posible atención. Sus cuidados, por mí, para usted.
Que esta carta sea polvo de estrellas.

Víctor Fortunato Carbajal Salinas


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(…) “De a ratos se acercaba al piano y, de pie, hacía sonar una que otra nota suelta en el teclado, como si buscase algún pensamiento; pero el pensamiento no aparecía y él volvía a apoyarse en la ventana. Las estrellas le parecían otras tantas notas musicales en el cielo a la espera de alguien que las fuese a despegar; ya llegaría el día en que el cielo habría de quedar vacío, pero entonces la Tierra sería una constelación de partituras”
“Un Hombre Célebre”, J.Machado de Assis

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Texto dedicado a Nina Simone, 1957 - 2003

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